Aunque hay mucho mito al respecto, lo cierto es que las relaciones entre nueras y suegras son en, no pocas ocasiones, fuente de conflictos. Según datos del último CIS, un 35% de los españoles asegura que la relación con los suegros es totalmente o bastante satisfactoria. En algunos centros de terapia familiar estas relaciones mal allegadas suponen hasta el 43% de las consultas, aseguran desde Coaching Club , y los casos más extremos pueden acabar en divorcio.
Los expertos explican que hace años era más «comprensible» puesto que había una mayor cercanía entre el hijo y su madre pero, en la actualidad, las mujeres trabajan fuera de casa, las parejas son más independientes y las relaciones con la familia política suelen ser menos continuas. Entonces, ¿por qué persisten estos roces?
Temperamento
Según María Jesús Álava Reyes,directora del Centro de Psicología Álava Reyes y autora de «Amar sin sufrir» , ante estas situaciones tiene gran influencia, por un lado, el temperamento de la suegra puesto que cuando su hijo comienza una relación «puede ser más o menos proclive a tener la sensación de sentirse desplazada del cuidado de su retoño. Empieza a observar –por la capacidad innata de toda mujer–, características, comentarios, gestos... de la nueva pareja que no le gustan, que le resultan hostiles y que, curiosamente, el suegro, sin embargo, no percibe. Suele ocurrir fundamentalmente en mujeres que son muy protectoras o muy protagonistas en la vida de sus hijos. Se sienten amenazadas por pasar a un segundo plano, un papel que les resulta muy difícil asumir y que, si no están dispuestas a aceptar, el conflicto no se hace esperar».
Ante esta situación, que la pareja se vea más o menos afectada dependerá mucho de la madurez del hijo, puesto que cuanto más equilibrio emocional tenga, menos se dejará influir por los celos de su madre y las diferencias de ésta con su pareja.
Sangre de su sangre
Según Nacho Tornel, experto en relaciones de pareja y autor de «Enparejarte» hay muchos casos en que al hombre «le cuesta encajar las críticas hacia su madre porque es sangre de su sangre, pero no debe olvidar que su nueva pareja es la que él ha elegido y la que forma su nueva familia». Por eso recomienda que, ante la más mínima sospecha de riña, «él le agradezca mucho a su madre su opinión y le explique que serán ellos los que finalmente tomen las decisiones. De lo contrario, florecerán las discusiones porque la pareja estará esperando que su marido dé la cara por ella y la defienda en todo momento y si no lo hace habrá reproches».
Sin embargo, muchos hombres se echan las manos a la cabeza y claman «¿qué quieres que haga, si es mi madre?», «¡no le hagas ni caso!»... «El hijo es el que debe hablar con su madre y ponerle los límites cuanto antes –insiste Verónica Rodríguez, psicoterapeuta y directora de Coaching Club– para que pequeñas desavenencias no se conviertan en un gran problema de amplias consecuencias. Para ello, la mujer debe expresar a su pareja cómo se siente y acordar entre los dos, como equipo que son, qué le van a permitir y qué no a la suegra con el fin de saber cada uno a qué atenerse».
Competencia mental agotadora
Tal y como explica esta psicoterapeuta, se trata de nueras que sufren una gran angustia. «En consulta les explico que las suegras pierden poder cuando ellas dejan de dárselo. Si las nueras no están pendientes de cada frase o gesto y no le dan importancia, las suegras pierden el poder que se les ha concedido. A veces se generan unos niveles de competencia mental que son muy traicioneros porque se juega a ver quién tiene más poder, lo que lleva a discutir por cuestiones absurdas como quién hace la comida más rica o limpia mejor la casa».
Lo recomendable en estos casos es dotarles de recursos para no entrar en discusión, relajarse y pensar que la suegra no es perfecta ni tiene razón en todo; responde a su educación, cultura, valores... «La opción es quedarse con lo bueno de ella. No hay que darle más importancia de la que tiene: ser la madre de nuestra pareja», matiza Verónica Rodríguez.
Mujeres inseguras
Pero, también se da el caso en que la pareja del hijo es el origen de los problemas; que la nuera sea quien se muestre totalmente contraria a todo lo que hace o dice su suegra. «Suele ocurrir en mujeres que son muy inseguras, inestables emocionalmente y posesivas», matiza Álava Reyes. «Aquellas que necesitan demostrar, y que le reconozcan, que son la figura más importante para el hombre que tienen a su lado y, por tanto, –prosigue– todo tiene que ser supeditado por ellas, e intentarán alejarle de su madre porque su opinión debe prevalecer por encima de todo».
Verónica Rodríguez añade que hay nueras con conductas no adaptativas porque arrastran cuestiones personales de su propia familia de origen, como no haberse sentido valoradas por sus padres, mantener una mala relación con ellos, haber sufrido el divorcio de su progenitores... «Se sienten dolidas por esta realidad familiar, no la asumen y, si su pareja tiene una buena relación con sus padres, en vez de disfrutar de esta nueva situación, la rechazan al no aceptar que ellas no pudieron tener una familia feliz».
Los problemas crecen
Cuando hay nietos, la situación se puede tornar aun más compleja porque si la nuera es insegura considera que «los niños son mis hijos y hacen lo que yo diga» y, en muchos casos, critica que los abuelos paternos les mimen y permitan ciertos comportamientos con las que ella no está de acuerdo y opta por tensionar la relación y alejarles de ellos. «Es normal que pueda haber diferentes estilos de educación, pero cuando la madre es madura y segura sabe que estas “licencias” de los suegros no tienen importancia, puesto que los niños, aunque sean muy pequeños, son muy inteligentes y saben qué se les permite y qué no en cada casa», explica Álava Reyes.
Sin embargo, hay ocasiones en que la cuerda se tensa tanto en este asunto con los nietos que la relación entre nuera y suegra puede llevar a comportamientos agresivos con gritos, malos gestos, insultos e, incluso, a prohibir que los niños estén con sus abuelos paternos. De nuevo, el rol y estabilidad emocional del hijo juegan un papel fundamental para dotar de equilibrio a la relación entre su mujer y su madre y saber diferenciar el lugar que ocupa cada una. «No es nada fácil porque se genera un triángulo donde él está en medio de dos mujeres que están a la espera incesante de que les de la razón», concluye María Jesús Álava Reyes.