LAS MALAS NOTAS NO TIENEN PORQUE SER UN DRAMA

Fracaso escolar de algunos niños está relacionado con estrés, problemas en el hogar y rechazo.



A veces los complejos pesan en el desempeño académico.
A veces los complejos pesan en el desempeño académico.                                                                                  
A Johan Sebastián le sudan las manos, tiene una sensación incómoda en el estómago y el corazón le late muy rápido; está aterrorizado. Y es que este estudiante de décimo grado perdió tres materias y sus papás están a punto de darse cuenta de su incómoda situación en la entrega de notas del segundo bimestre académico.
Sebastián nunca había tenido inconvenientes para pasar el año. Esta vez, sin embargo, algo sucede. Simplemente perdió su capacidad para concentrarse en las clases.

No se trata, por supuesto, de un hecho aislado. Es más, coincidió con los problemas de pareja que empezaron a tener sus padres en los últimos meses, y aunque ellos se esforzaban por mantener la calma ante Sebastián, lo cierto es que él se dio cuenta desde el comienzo de que algo no marchaba bien.
Puesto todo en perspectiva, los especialistas no dudan en señalar que el desplome académico de Sebastián está directamente relacionado con la perturbación y el estrés causados por los problemas en su casa. En efecto, casos como los de este estudiante abundan, sobre todo por esta época del año, en que la mayoría de los escolares hacen corte de cuentas en los colegios. De acuerdo con María Elena López, psicóloga familiar, el pobre desempeño académico que de repente muestran sus hijos casi siempre es subestimado por los padres, cuyo primer reflejo es echarles la culpa.
“Los factores por los cuales el alumno no está rindiendo deben ser valorados antes de terminar el año. No es sensato atribuir, en su totalidad, a los hijos o al colegio la responsabilidad por los fracasos académicos. Los padres y el colegio deben detectar dónde está el problema”, explica López.
En efecto, ningún alumno desea que le vaya mal en el colegio porque eso no solo traerá como consecuencia problemas con sus padres, sino también en su autoestima y en la relación con sus compañeros y maestros.
En este sentido, la psicóloga Isabel Menéndez hace un llamado a las familias para que intenten escuchar antes de caer en el error de creer que las malas notas solo dependen de la voluntad del niño.
Factores que cuentan
Es amplio el abanico de situaciones internas y externas que les cuesta manejar a muchos estudiantes. Desde acoso escolar hasta dificultades de salud que no les permiten concentrarse como es debido.
En el caso de un adolescente, por ejemplo, puede acabar manifestando dificultades en el proceso de construcción de su personalidad, rechazo de sus compañeros o una negativa a hacerse mayor, entre otros conflictos.
Para Gloria del Carmen Tobón, subdirectora nacional del Campo de Psicología Educativa del Colegio Colombiano de Psicólogos, la falta de motivación para aprender también es una causa de bajo desempeño académico. “Los alumnos deben entender el valor de los saberes y se les debe enseñar que es más importante conocer que tener”.
La pedagoga Alicia Herranz llama, a su vez, la atención sobre aquellas situaciones que, como en el caso de Sebastián, pueden disparar bloqueos que les impiden concentrarse en sus estudios. “A veces –explica– no sentirse aceptado por los compañeros o no tener amigos puede hacer que se retraigan académicamente; también los complejos, como verse gordos o avergonzarse de llevar unas gafas o aparatos correctores de los dientes”, dice Herranz. En todo caso, la recomendación es que si el niño se siente rechazado de algún modo, es necesario actuar de inmediato para resolver esta situación.
Herranz pide tener en cuenta, además, que algunos problemas de salud como la anemia, la pérdida auditiva o los defectos de visión conspiran contra el rendimiento académico si no se corrigen a tiempo. Los chequeos médicos nunca están de más.
Como tampoco lo está hablar con los chicos cuando hay conflictos en el hogar. La idea es ser francos para transmitirles seguridad y quitarles preocupaciones que puedan repercutir en su vida académica.
López insiste en no actuar “como si fuera el fin del mundo” si las malas notas aparecen. De hecho, armar un drama es mucho más contraproducente.
Lo mejor es asumir que hay áreas en las que el estudiante debe mejorar y generar estrategias de cambio que pueden pasar, incluso, por la contratación de un profesor de refuerzo.
Para Carolina Piñeros, directora ejecutiva de Red PaPaz, este proceso debe ir acompañado del reconocimiento de los logros de los alumnos: no se debe resaltar solo lo negativo.
Por esta misma razón, es vital evitar expresiones hacia los hijos del tipo “bruto”, “me desilusionas”, “torpe”, “tú no puedes”, pues esto afecta gravemente su autoestima. Además, tener una mala nota ya es en sí misma una sanción que lo hará sentirse muy mal.
La producción de dopamina también influye
Distintos estudios han comprobado que la genética es también responsable del buen o mal desempeño académico en los estudiantes. Una investigación de la Universidad de Florida, por ejemplo, determinó que hay una relación entre la producción de dopamina (neurotransmisor cerebral relacionado, entre otras cosas, con el placer, la memoria y el aprendizaje) y asignaturas como el lenguaje, las matemáticas, la ciencia y la historia. Cuando la persona tiene gusto por alguna de estas materias, segrega más dopamina de lo normal, lo que -según el estudio- facilita su aprendizaje.
Otro análisis de la Universidad King’s College, de Londres, reveló que en asignaturas como inglés, matemáticas, ciencias, física, biología y química, los genes influyen más en las notas (58 por ciento), mientras que en materia de humanidades, como arte y música, los genes cuentan en un 42 por ciento.
A pesar de señalar el importante peso que tienen los genes en el éxito escolar, en el estudio se aclara que esto no implica que el ambiente que rodea a un niño no sea importante, pues influye en las notas en un 36 por ciento.