QUE HACER PARA PREVENIR EL BULLYING

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La intimidación y el acoso, en cualquiera de sus formas son un MAL, pero cuando tratamos con niños y niñas o adolescentes, cuya vulnerabilidad roza el extremo, nos encontramos ante una situación muy delicada que requiere nuestra actuación, comprensión y conocimiento del problema.

Con solo una búsqueda en internet encontramos historias terribles y vidas de estudiantes y familiares devastadas. Los profesores y las profesoras debemos saber cómo prevenir el acoso, detectarlo y detenerlo inmediatamente. 
 
bullying
Es posible que quien acose ahora continue haciéndolo el resto de su vida; no necesariamente de forma tan explícita ni con los mismos métodos, pero los comportamientos violentos, agresivos e irascibles han de ser detenidos a tiempo. La proactividad es clave para los y las docentes a la hora de prevenir: la construcción de comunidad en el aula debe estar específicamente planteada en las programaciones didácticas y en el Proyecto Educativo del Centro, fomentando el RESPETO como un valor incuestionable dentro de un marco ético que incluya el CIUDADO.

 
Las familias y el personal docente debemos llevar a cabo una (ardua) tarea educativa para asegurar, también, que la autoestima y el autoconcepto positivo crezca de forma constructiva, no depredadora. Enseñar tácticas alternativas a la intimidación, aunque sea una obviedad, es un aspecto a contemplar en cada tutoría y en cada acción, además de tener que reflejarlo nosotros y nosotras en nuestra propia práctica docente, facilitando las ocasiones de cooperación y participación en las aulas (y, lógicamente, en el hogar, en el caso de ser madres o padres).

 
Un sociograma de Moreno nos puede ayudar a formar grupos con personas que no pasan demasiado tiempo juntas, con el fin de formar una asociación entre ellas e ir construyendo el respeto mutuo. Sin caer en el reproche, teñido a menudo de sexismo, hacia los niños que no se sienten lo suficientemente "fuertes" para defenderse, hemos también de enseñar a niñas y niños a permanecer firmes ante la adversidad y, por supuesto, dejar patente nuestra disponibilidad de atención y ayuda en caso de necesidad. Las sanciones deben aplicarse coherentemente y con firmeza: el procedimiento ha de ser transparente y conocido por todos y todas, defendido, por cierto, de forma activa por las familias y los equipos directivos. No es una tarea que pueda abordar el profesorado por sí solo, ni debe ser así: tal cosa sería como darse cabezazos contra un muro.

 
Aprovechando las ventajas de las TIC  a la hora de establecer conexiones con otras aulas alrededor del mundo podemos enseñar la diversidad y aprenderles a convivir en la diferencia, pero no debemos cegarnos y ser eclipsados por Skype: hay otras aulas, probablemente en el mismo centro, que no conocen, que son diversas y que podemos conectar de forma mucho más inmediata para programar actividades juntos e interactuar.

 
No hay una solución única ni, mucho menos, una receta "mágica" para acabar con  el acoso escolar, pero sin estas pautas básicas, sencillamente, no hay ninguna solución posible. Eso sí: la comunidad educativa debe ponerse en pie y actuar.

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